El presente artículo propone una inmersión en el espectáculo operístico ruso de finales de siglo, con especial atención a los teatros privados de ópera –en particular, la Ópera privada de Mamontov–,el lugar donde la clase intelectual tuvo por primera vez una forma de expresión libre al margen de los aparatos del poder. La filosofía estética de estos grupos se expresa mediante la “unión de las artes”, que se alcanza mediante la interacción de escenografía y música, núcleos entorno a los que se desarrollará el análisis de esta exposición. Una simbiosis que dará lugar a obras en las que se diluyen los límites de la realidad tangible para explorar mundos de evasión desconocidos para el espectador ruso y el europeo